Los peques experimentan la misma gama de emociones que los adultos, y es importante que aprendan la función que cumple cada una de ellas, para que así no se sientan abrumados y sean capaces de manejarlas correctamente.
¿Qué son las emociones? Son reacciones de nuestro cuerpo ante algún estímulo del entorno o de nuestro propio organismo.
Es tal la fuerza de esa reacción que lo mejor sería definirlas como experiencias o estados emocionales, pues engloban toda una serie de respuestas que pueden prolongarse en el tiempo e incluso pueden marcar la vivencia de futuras experiencias, aprendiendo de ellas.
Aunado a lo anterior, nuestros pequeños al estar en edades muy tempranas del desarrollo tienen una mayor dificultad al expresar o reconocer sus emociones, por tal motivo, el desborde emocional suele ser más común y se presenta a través de los berrinches o conductas agresivas, como cuando los niños pegan porque carecen de la capacidad para poder expresarse y comunicarse, así como de las habilidades necesarias para canalizar su frustración. Un bebé domina antes las manos que el lenguaje.
Cuando los niños agraden a otro niño… ¿Qué no debemos hacer?:
Gritar para que los niños hagan caso. Es difícil que los niños nos escuchen mientras les gritamos. Los gritos provocan miedo y con miedo no hay posibilidad de aprendizaje. Si tratamos de que un niño entienda los motivos por los que no debe pegar es necesario que esté abierto a la escucha, los gritos nos alejan de ellos. Si nosotros gritamos, por qué no van a gritar ellos a los demás…
Golpear o zarandear. Quizá eres de los que piensa que un cachete a tiempo es necesario, pero la realidad es que resulta contradictorio y contraproducente usar la violencia cuando tratamos de enseñar los niños a no ser violentos. Si queremos un mundo más amable, hagamos que los niños aprendan desde el cariño y el respeto.
Castigar.
¿Qué sí debemos hacer?:
• Atender al niño que ha sido agredido.
• Apartar al niño que ha agredido y si queremos, hablar con él y corregir en privado en lugar de humillarle o hacerle sentir culpa o vergüenza.
• Tiempo fuera positivo: enseña a los niños a comprender que su cerebro no funciona bien cuando está alterado. Aprenden el valor de tomarse un tiempo fuera para calmarse hasta que sus cerebros funcionen de forma ventajosa para ellos, en lugar de perjudicial.
La analogía del deporte: el propósito es detener el reloj, recuperar el aliento, reagruparse, echar un vistazo a lo que no está funcionando y elaborar un nuevo plan.
El tiempo fuera positivo puede hacer lo mismo tanto para los niños como para los adultos. Puede detener el reloj del comportamiento negativo y dar tiempo para calmarse antes de que sea posible un nuevo comportamiento. Como los niños se comportan mejor cuando se sienten mejor, podrán reagruparse y elaborar un nuevo plan que les sirva a ellos y a los demás.
• Mostrar al niño lo que debe hacer en vez de no hacer. Cuando son muy pequeños puedes coger su mano y enseñarle a hacerlo de otra manera: “mejor así, caricias”, cuando ya disponen de lenguaje para comunicarse ayudarle a desarrollar habilidades; “puedes decir a tu amigo que no te ha gustado que te quite el juguete”.
• Otra medida que recomiendan algunos psicólogos es retirarle temporalmente de alguna actividad o de algún objeto. Por ejemplo, una tarde sin dibujos animados. La retirada temporal, no puede superar los 2 días, aunque el tiempo ideal es una tarde o una jornada.
• Anticiparnos, entrenar habilidades y darles la oportunidad de que resuelvan problemas ellos mismos antes de que se produzca el conflicto. Mediante preguntas abiertas podemos enfocarnos en soluciones: ¿Qué podemos hacer la próxima vez que
te enfades?, “¿Qué se te ocurre para que tú y tu hermano estén conforme con la elección del canal de TV que quieres ver? “.
• En dado caso de que el pequeño te pegue o insulte, normalmente guiado por una frustración, no te dejes llevar por tu ira y por el ego adulto, y reflexiona. Piensa qué le pasa, por qué le pasa y reflexiona sobre si realmente el motivo por el que está pasando por eso está justificado y sopesado. En el caso de que fuera así, entonces sólo queda acompañar. Rebajarse a su altura, mirarle a los ojos, utilizar un buen tono y gesto y decirle que comprendemos su enfado, que en su caso estaríamos igual, pero que no nos haga daño ni nos insulte, que nos pone tristes y que nos causa dolor. Poco a poco, con una buena reacción por nuestra parte, irán integrando una manera de “estallar” más pausada».
• Conexión antes que corrección, “Sé que estás enfadado”, «Entiendo que a ti no te gustó que te hicieran eso”,” Sé cómo te sientes”. “Sé que tú eres capaz de pedirlo sin pegar”.
• Cuando el niño tiene interés social y capacidad para expresar sus sentimientos y reconocer los de los demás podemos trabajar con ellos la empatía con preguntas abiertas:” ¿A ti te gusta que te peguen?”, “¿Cómo te sientes cuando te hacen daño?”.
• Es importante elogiar todas las situaciones que el niño resuelva sin morder o pegar. Al principio hay que felicitarlo por los intentos de mejora.
• Enseñarle a repetir en su interior: “se muerden los alimentos, a las personas no”; “A los niños no se le pega”.
• Enseñar a los niños a desarrollar autocontrol, proporcionándoles las herramientas necesarias para canalizar su ira o enfado. Para ello es necesario crear un clima de calma.
• Ayudar poco a poco a controlar e identificar sus emociones. Intentando validarlas y no anularlas con frases como “no es para tanto”,” no llores”.